miércoles, 11 de julio de 2012

Tu historia… la mía…



Conozco tu historia, aunque quizás tú no la recuerdas. Es una historia común. La de muchos que habitamos el planeta. Te la recordaré:

En épocas muy remotas, en otro tiempo y espacio, cuando eras pura luz tomaste una decisión trascendental: elegiste encarnar en la Tierra para conocer la tercera densidad. Traías como única finalidad, crecer, evolucionar… Vivir…
No querías perderte ninguna de las experiencias y tu entusiasmo era febril… Sabías que no sería fácil, por el contrario, que podía ser muy duro, y aún así asumiste el riesgo y te comprometiste en este acto de amor hacia la humanidad porque sabías que no estarías solo… miríadas de seres de luz estarían apoyando tu tarea así como de otros que al igual que tú, tomaron la sagrada decisión de venir hasta acá.

Y llegamos aquí, sin saber que durante el viaje olvidaríamos la misión, nuestros objetivos, nos desconectaríamos de nuestro poder e incluso olvidaríamos nuestro origen divino… Conocimos el miedo, esa sensación que nos paraliza y no nos deja SER…. Perdimos entusiasmo y muchas veces lamentamos estar aquí porque conocimos la mentira, la enfermedad, la soledad, la separación, la envidia, la competencia, el desamor… Tantas veces quisimos abortar la misión y regresar a casa… pero nuestro amor y compromiso con la evolución de este bello planeta nos mantuvo aquí… adoloridos… pero firmes…

A mitad de camino, justo cuando creímos que las fuerzas se acabarían descubrimos el secreto mejor guardado para los humanos, la razón de porque se pierden en el camino. Ese secreto es que todo, absolutamente todo lo que necesitamos para vivir y crecer está dentro de nosotros…. Y perdimos un tiempo maravilloso buscando allá afuera el amor, la aprobación, la valorización, el éxito, la felicidad…
Y en ese punto empezamos a conocer la plenitud…

Amarnos nos volvió poderosos. Porque vivir en el estado de Amor es lo que permite que avancemos a través de los giros de la espiral evolutiva… vivir en división hace que rodemos en eternos círculos porque no podemos sintonizar con frecuencias más elevadas, quedando atrapados girando una y otra vez en lo mismo y la vida se vuelve aburrida, dura, dolorosa, vacía… Pero el Amor nos salvó… Volvimos a ser nosotros, recuperamos la identidad… a ratos el Alma nos susurraba la misión, pero aún sin tener muy claro a que habíamos venido seguimos trabajando, enseñando, compartiendo y disfrutando de este viaje que ya se había tornado muy placentero.

El miedo fue alejándose hasta no saber más de él… Recobramos la confianza, el autoestima y la alegría inundó nuestros corazones.
Nos volvimos perceptivos, sensibles a lo que sucedía dentro y fuera de nosotros… encontrábamos un significado a cada acontecimiento y aprendimos a leer las señales que le universo nos enviaba en todo momento… Nos reconectamos con la esencia… volvimos a SER…

A pesar de no dar cabida al orgullo, nos sentíamos especiales, cumpliendo una labor importante y que no podíamos fallarle a esos seres luminosos que confiaron en nosotros…

Sí, nuestra labor era ayudar a despertar a esta humanidad aún somnolienta y lo estamos haciendo… cada cual con sus recursos, desarrollando su Don y llegando así a tocar las almas de los demás para que todos recuerden que estamos aquí para ser felices y no para sufrir… Estamos desenchufando de la matrix a tantos seres humanos porque antes fuimos capaces de desconectarnos nosotros mismos y ver la realidad…

Somos muchos… y no estamos solos…

Algunos con terapias, otros hacen y dictan cursos, escriben libros, hacen películas, dan conferencias o publican en la red para que otros lean…
Hay una enorme masa crítica trabajando para que las energías del planeta cambien… Y el cambio está en marcha porque tú has tenido el coraje de seguir adelante… porque aún sin saber que venía más adelante confiaste y te entregaste…

Esta es tu historia… la mía… la de todos… ¿Recuerdas?

Me® 

 Si reenvías este texto, respeta el trabajo de la autora, no elimines ni cambies su nombre ni el texto. Cita la fuente correctamente. Se consciente de tu ética espiritual.

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