miércoles, 20 de junio de 2012

Invitación al interior



Justo hoy 20 de junio, a las 21 horas, iniciamos el solsticio de invierno que trae consigo días más cortos, frío, viento, aire más helado, lluvia y nieve para quienes habitamos en el hemisferio sur. Los pájaros ya migraron hacia el norte para disfrutar de tierras más cálidas… Los árboles muestran su desnudez ya que el otoño los despojó de cada una de sus hojitas. La Naturaleza se ocupa de tomar su merecido reposo bajando su actividad y nos invita a que la acompañemos en este proceso, regalándonos escasas horas de luz en sus días más cortos y temperaturas bajas que obligan a quedarnos dentro del hogar… del corazón... y encontrarnos con el alma… 
Invierno es la llamada que esperábamos para acudir al encuentro con nosotros mismos… esa cita que rehuimos constantemente porque nos negamos a oír nuestros pensamientos, nuestro sentir, nuestras molestias, nuestro dolor… y estamos enchufados a múltiples ruidos externos  (la radio, TV, computador, Mp3, teléfonos y otros) porque así evitamos escuchar nuestro propio ruido interior que es –a veces– la súplica angustiosa de nuestra alma para que le prestemos atención.

Este invierno –más que ningún otro– es una convocatoria al interior. Ya no puedes seguir postergando esta cita contigo mismo/a. ¿Hace cuanto que no te tomas un tiempo para estar a solas? El cuerpo, la mente y sobre todo el alma anhelan desesperadamente encontrarse a solas con uno mismo… démosle ese gusto y descubrámonos. Este es el momento. Ahora!

La sabiduría de la naturaleza es eterna y marcha en total perfección, invitándonos siempre a acompañarla en sus diferentes ciclos. Nosotros, los humanos, hemos creado un método de vida artificial en donde soñamos vivir en un eterno verano, cuando la vida se torna generosa y la energía del ambiente es desbordante. Congelamos los alimentos de la estación del calor para poder disfrutar la variedad de sabores… así también quisiéramos congelar esos momentos en que nos sentimos plenos y felices… Pero la vida es maravillosa y variada y por eso nos ofrece múltiples oportunidades para que podamos disfrutar de este paso por la tierra…

Yo también te invito hoy a disfrutar de este invierno y tener unos instantes de silencio y soledad cada día para buscarte… Solo eso… Y cuando te encuentres no necesitarás que te volvamos a convocar porque esperarás ansioso cada invierno para acudir a esa invitación al interior… 

Me® 

 Si reenvias este texto, respeta el trabajo de la autora, no elimines ni cambies su nombre ni el texto. Cita la fuente correctamente. Se consciente de tu ética espiritual.

jueves, 14 de junio de 2012

La Danza de mi vida



Siento que mi vida es una danza… a veces muy movida, otras serena, hasta en ocasiones mi baile me mantiene en total quietud… pero nunca dejo de danzar. No puedo estar por mucho tiempo en un mismo lugar y es que fuerzas invisibles movilizan mis pies y me desplazo entre rondas, valses, minués, rock y ritmos inventados por mi…

Esta danza me permite conocer distintos escenarios, gentes, lugares, y sobre todo el alma de las personas… Sin siquiera observarlas descubro su danza personal… Adivino los pasos que darán y percibo los que ya han dado…

Aprendí a bailar entre las tareas cotidianas porque solo así podía soportar el ritmo y la presión del trabajo… Mi baile me relaja… me lleva a otros mundos y allí me encuentro con otros danzarines que, como yo, buscan conectarse con el alma.

Mi baile no es siempre alegre y cadencioso… a ratos es triste. Bailo entre lágrimas y me deslizo torpemente en des-armónicos pasos, pero es mi propia danza… No intento imitar los pasos de quienes creen bailar mejor o los que ganaron concursos de baile…

De pronto me escabullo en rápidos compases hacia delante, y al rato vuelvo atrás… me dejo guiar por mi alma que muchas veces me pide retroceder… ya lo dije, es mi baile.

Todos los días son apropiados para bailar… aunque llueva, o el sol esté quemando igual hago mis piruetas sin importar quien esté mirando…

Mi baile es siempre purificador porque saca de mi energías nocivas… de pronto en algún giro descubro que las cosas y las personas tienen demasiadas vueltas y sigo avanzando… no me enrosco en las vueltas de otros… y si lo hago, me libero rápidamente… Es mi baile.

Mi baile es creativo porque entre piruetas y brincos algo siempre se está gestando y al tiempo lo veré aparecer.

Mi danza es pacificadora porque en cada giro va aligerando la carga de enojos, rabias y rencores… Mi danza me libera ya que no me permite vivir en una cárcel de pasiones… Voy soltando al aire como si fuesen velos y muy pronto quedo liberada de emociones que nada aportan en mi vida…

Puedo danzar en el metro, en mi casa, en la calle… Puedo danzar sola, con amigos, con mis canes, con la brisa, con el bosque… Con la Luna, las estrellas… Con amaneceres y soles…

Mi coreógrafo es mi espíritu… él me guía en todo momento sin darme tiempo a pensar… Solo me dejo llevar. Creo que si me detengo a razonar cada paso que doy no avanzaría ni un centímetro… y es que la mente es un obstáculo para quienes gustamos de bailar… La danza de la vida se nutre de amor, de esperanzas, de alegrías y belleza. No le importa si baila bien o mal, o si la pueden criticar… es mi danza…

Todos llevamos un bailarín dentro… es nuestro ser maravilloso a quien el ego mantiene adormilado… El ego quiere ser el protagonista y no soporta verte salir al escenario llevándose todos los aplausos que quiere sean para él.

Pero estás aquí para despertar a tu danzarín. Para hacer de tu vida una ronda o regetonear en el estilo que prefieras…

Los días se pasan mejor entre cabriolas y saltos. Toda la vida es un baile donde el ego no participa porque él vive preocupado de no hacer el ridículo… y cuando el alma se expresa solo quiere ser feliz… y si eso provoca sonrisas o carcajadas en los demás mi danza cobra más sentido.

Y ahora debo dejarlos porque mis pies me llevan... voy a seguir bailando…

Me® 

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martes, 12 de junio de 2012

Zona de Confort...



Cada día es más frecuente oír hablar acerca de la zona de confort pero todavía hay quienes no comprenden de que se trata.

Todo lo que nos es conocido, nuestra familia, hábitos, los amigos, el barrio, la escuela o trabajo, costumbres, creencias, prejuicios, valores, conforman un espacio en el que nos sentimos cómodos, seguros y no nos atrevemos a cruzar la línea que nos saque fuera de ese lugar que no necesariamente nos es grato, pero por conocido nos da la ilusión de seguridad.

En realidad creamos ideas sobre nosotros para poder sentirnos seguros (y quizás importantes o especiales) y no las abandonamos aunque esa idea sea que somos esbeltos y hemos aumentado 100 libras… pero no abandonas la idea de tu esbeltez porque el mundo de los delgados te es conocido, seguro y entrar al mundo de los gordos puede resultarte un cambio impensable.

Podemos pasar toda la vida moviéndonos en ese ámbito en el que nacimos, que crearon nuestras familias y, aunque, no sea precisamente aquello que soñamos para nuestra vida, nos conformamos con que “es lo que nos tocó vivir” y no nos atrevemos (más bien ni se nos ocurre) explorar otro territorio distinto, fuera de esa zona…

Cada cual construye un territorio con sus propias rutinas y será un lugar en  que se siente confortable. En ese espacio caben la familia, los amigos, el barrio, la escuela, los ritos religiosos, etc. Y todo lo que desconocemos y, por eso mismo amenazante, queda fuera de ese espacio y podemos pasarnos la vida sin explorarlo.

Y en esa zona transcurre la vida de muchos… sin atreverse a salir de allí para explorar espacios diferentes. Todo lo que esté fuera de esa zona lo juzgan de malo o prohibido. Y así –tristemente– vemos a personas que jamás se han movido de su reducto protegido.

Los seres humanos somos animales de costumbres y si nos habituamos a algo lo repetiremos siempre… por eso es tan fácil programar la mente humana. De pronto nos sorprendemos cuando vemos a conejillos de indias respondiendo a los estímulos de sus programadores y sin darnos cuenta de que nosotros somos exactamente como ellos, aceptando las manipulaciones del gobierno, la televisión, la religión, los colegios, la sociedad en general, las modas etc…

A veces resulta difícil comprender que una persona no se atreva a generar un cambio radical en su vida cuando se da cuenta de que no es lo que desea, que no es feliz y sobre todo que ese espacio, lugar, o relación ya no van más… De pronto creo que vivimos en una sociedad masoquista, ya que diariamente veo a personas que eligen vivir un calvario solo por mantener las apariencias o por simple comodidad… y sobre todo me cuesta mucho comprender que alguien pueda renunciar a la felicidad por temor a explorar otras zonas que le atraen mucho, pero que les han dicho que está mal ir hacia allá, que es cosa de locos, de alternativos desempleados ¡Uff! Y resistan seguir en el dolor, aún aminorándolo con pastillas…

Comprendo que no todas las personas están en capacidad de tomar decisiones en sus vidas. A quienes se han dejado llevar toda la vida les costará empoderarse, pero me parece mucho más doloroso hacer del sufrimiento una opción…

Todos conocemos historia, películas, y hasta hemos vivido procesos (dictaduras) en que se nos ha prohibido hacer, decir, leer o ir… pero la prohibición es externa. Desde afuera nos impiden hacer algo, pero nosotros internamente seguimos siendo libres… Lo terrible de no querer abandonar la zona de confort es que es una elección personal.

Por eso intenta conocer otros espacios… Toma el colectivo o bus para saber como es el transporte público… de vez en cuando da una caminata por lugares alejados de tu rutina… Acepta una invitación de alguien a quien nunca has frecuentado… Puedes probar el tabaco o la marihuana para saber que se siente fumar… o bañarte desnud@ en una playa solitaria... o tirar piedras a un lago como hacen los niños... Caminar descalza por Central Park ¿Por qué no?… en fin… puedes experimentar tantas cosas sin hacerte daño… y todo para darte cuenta de que los límites están en tu mente… Deja de clasificar todo de bueno o malo y abandona tu sitio confortable, que ya sabemos que tan confortable no es…

Hay un mundo maravilloso afuera esperándote...

Atrévete a saltar al vacío… Serás sostenido… Te lo prometo!  

Me® 

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jueves, 7 de junio de 2012

El Perdón


 Recuerdo en mi adolescencia haber presenciado en mi colegio la obra Romeo y Julieta y al finalizar la actuación aparecían Romeo y Paris abrazados saludando al público… fue mi primera reflexión acerca del perdón… Porque todos hablamos del Perdón y la mayoría opina que debemos perdonar para liberarnos de la pesada carga del rencor… pero yo me opongo terminantemente a esa postura ¿Por qué perdonar? No hay nada que perdonar porque nadie ha hecho nada en tu contra… eres tú mismo quien se lastima por escuchar los lamentos del ego.

Vamos a regresar en el tiempo para recordarte que has sido tú, en compañía de todo un equipo quien ha esbozado esta encarnación y las otras que has tenido. Tú elegiste la obra que interpretarías en el gran teatro de la vida y has decidido las experiencia por las que pasarías… Escogiste con dedicación a cada uno de los que representarían el papel de tus enemigos o adversarios… Juntos acordaron sacar lo mejor del otro y salieron al escenario –nacieron– a representar su mejor papel… pero la vida terrena nos hace perder conciencia y por eso olvidamos para que hemos venido y con quienes trabajaremos en pulir ese diamante en bruto que somos tú y yo.

Estamos aquí en la Tierra, encarnados en un cuerpo experimentando la vida humana y como aprendices de las más diversas materias. Esta vida es como la obra que hemos elegido interpretar para aprender lo más difícil: a relacionarnos con los demás desde el corazón o el alma.

Relacionarnos desde el corazón cuesta mucho porque tenemos tantas capas, tantas corazas que nos cubren y siempre es más cómodo relacionarnos desde la mente y compartir con los demás información en vez de sentimientos… pero la energía de los tiempos venideros son más amorosas que intelectuales y pedirán en nosotros relaciones de sentimientos verdaderos ya sean filiales, fraternales, amistosas, maritales o sociales…

Ver enemigos en los demás es vivir profundamente dormidos, haber perdido la conexión con el alma y no recordar lo pactado al venir juntos en esta encarnación.
Ese “enemigo” es en realidad un maestro que ha elegido ayudarte a desarrollar alguna capacidad y por eso se presta para ser tu adversario. Si pudiéramos elevarnos por sobre la condición humana veríamos tan claro todo y nos evitaríamos muchos sinsabores… pero es parte del trabajo que debemos hacer en la tridimensionalidad descubrir también que somos una dualidad y siempre estamos optando entre vivir cada experiencia desde el alma o desde el ego.

Por eso considero que el perdón es una de las artimañas que tiene el ego para mantenerte controlado… Es cierto que uno debe pedir disculpas cuando reconoce que se ha equivocado, pero de ahí a estar encadenados –desde ambos lados– por el perdón distan unos cuantos años luz…

Convéncete desde ahora que no tienes que perdonar a nadie y nadie debe perdonarte… Te liberas de la rabia o el rencor aceptando que “la herida” que crees que te han causado te la haces tu mismo al quedar encadenado en esa supuesta ofensa.
Si miras para atrás descubrirás que muchos de los “agravios” que te han causado han servido para darte un impulso hacia algo nuevo y en vez de quedarte vibrando en las bajas frecuencias del resentimientos, debieras empezar a sintonizar con las elevadas vibraciones de la gratitud.

Por eso hoy, desde mi más profundo sentir quiero darle las gracias a todas las personas que me lastimaron, me ofendieron, me criticaron, me calumniaron, me traicionaron y me vilipendiaron… ¡Gracias! Porque de todas esas experiencias extraje profundas enseñanzas que me han ayudado a buscar por los caminos del espíritu y convertirme en el ser que ahora soy…
Gracias porque se que yo los elegí para poder cerrar algún ciclo y empezar buscando por otros caminos…

Gracias porque no tengo nada que perdonar a nadie…

Me® 

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